Un hombre que paseaba por un campo se encontrtó con un tigre. Dio media vuelta y huyó, el tigre pisándole los talones. Al llegar a un precipicio, se agarró a la raíz de una vieja parra y se dejó colgar sobre el abismo. El tigre lo olfateaba desde arriba. Estremeciéndose, el hombre miró hacia el fondo del precipicio, en donde otro tigre esperaba ávido su caída para devorarlo. solo la parra lo sostenía.
Dos ratones, uno blanco y otro negro, empezaron entonces a roer la raíz. A su lado, el hombre vio una fresa silvestre de aspecto suculento. Aferrándose a la parra con una mano, pudo alcanzar la fresa con la otra. ¡Qué deliciosa estaba!...
Carne de zen huesos de zen
me maravilla que tengas estas lecturas (creo que ya te lo dije en un comentario anterior)
ReplyDeletemil besos*
(y me gustan mucho los mandalas de tu cabecera)